lunes, 25 de diciembre de 2006

Todo buen hijo viene de una buena madre...



Como todo en la Madre Natura, de cada raíz siempre saldrá un fruto, malo o bueno, ello dependerá de su cuidado. Y con el pan no hay excepción. Para el mejor de los panes, la mejor de las madres: la mamá de las masas. Particularmente me sucedía, desde hace tiempo cuando me entró el gusanito de las amasadas y la panadería casera, que la masa no me subía lo suficiente o que había algo que no cuadraba. Así fui haciendo un pan mediocre, insatisfecho (de ambas partes) pero ¿qué más? no sabía qué hacer... hasta que me enteré de la fulana masa madre. Qué descubrimiento más valioso. Nunca me imaginé que fuese la solución a todo lo que eran panes. Y hoy día es mi secreto a voces favorito. Verán, la que uso es la de Eric Kayser. Ya lo deben haber visto en otros blogs, sin embargo, como hablo por experiencia tengo que compartirlo, porque quiero que se enteren todos que no es una cosa del otro mundo hacer un buen pan. Esta famosa receta del francés es así:
1er. día: tomen un recipiente ni muy grande ni muy pequeño (como con capacidad de litro) y mezclen 1/2 taza de harina integral (en la panadería me decían que usaban la harina normal ligada con afrecho, pero preferí usar la que venden en las tiendas vegetarianas) con 1/2 taza de agua un poco tibia pero que no queme (preferiblemente mineral, pues la normal, de tubería, suele contener cloro y/o animalillos que "matan" el proceso que queremos). Bien, una vez junto esto, mézclenlo sin temor, hasta hacer una pastita suave. Eso lo dejan en un sitio donde haya calor y tapadito con un pañito de cocina por 24 horas (algo como lo hago a las 9 am y a las 9 am del siguiente día, continúo). Les cuento que esta mezcla toma un olor horroroso, espantoso, yo estaba asustada porque creí que la cosa iba mal, pero es así: un olor acre, bastante apestoso pero legítimo. Se van dando cuenta si el asunto camina, cuando luego de 12 horas, p. ej., van destapando la mezcla y tiene como burbujitas, como si efervesciera. Eso significa que ya los microorganismos propios de la mezcla de la harina y agua están haciendo su aparición. No se preocupen por el aspecto. Vamos al otro día.
2do. día: agregar a la mezcla anterior 1 taza de harina de panadería, 1 taza de agua mineral tibia y 2 cucharadas de azúcar(esto es porque la levadura se estimula con el azúcar, es perfecta), hacer lo mismo, revolver bien hasta que se unan ambos ingredientes y volver a tapar en el mismo sitio y 24 horas de nuevo. Igual el olor les puede hacer dudar de que hay malo, no se preocupen, es así. Y por último, tenemos el:
3er. día: ok, ahora van a agregar 1 1/2 taza de harina de panadería y 1 1/2 de agua mineral tibia, hacen lo mismo, y lo dejan por 12 horas nada más. Esto va a generar como una aguita que sobrenada en la superficie, es así, está bien. Mientras se den cuenta de que la mezcla se infla un poco y efervesce, tiene burbujitas, significa que "hay vida", jajaja. Cuando hayas terminado estos 3 pasos, lo pasas a un envase el cual irá a la nevera (parte de abajo) y lo mantienes tapado, y ya está listo para usar. Les confieso que dudé un poco de la efectividad de esta sospechosa y malolienta mezcla, pero, se los juro, es lo mejor que hay en masas madres para mejorar el sabor del pan, intensificar su rico sabor, y lo mejor de todo: sin rastros de sabor a levadura. Nada de nada. Se los garantizo.
Una cosita: cuando se habla de harina de panadería, pues sí, ésta es la que se necesita para todo lo relativo a panes, donas, roscas, todo lo que requiera levar, no es la que conseguimos en el supermercado o los abastos. Bueno, yo que vivo en Venezuela, les comento que no conocemos la harina de fuerza, como he visto sucede en España, por ejemplo, pero acá en este país, en mi ciudad, la adquirí en una panadería. Y un dato para que sepan si la harina es de panadería y no de super: toman un puñado de harina con fuerza y lo dejan caer, si el montoncito de harina se mantiene, es harina normal, floja, de supermercado, pero si se desmorona de inmediato, sí es nuestra adorada harina de panes. Lo que pasa es que contiene más gluten y por lo tanto retiene más líquido y así puede esponjarse mejor, en pocas palabras.
Por ahora les comento de esta masa madre para que se preparen a hacer los más ricos panes caseros... ¡se los garantizo!

¡Ah, se me olvidaba!...

Con tanta cosa, se me ha olvidado una cosita: la inspiración de este blog ha sido por alguien que, como tantas personas, existen en el mundo y uno, simplemente, no las conoce. Pero tuve el placer de conocer a Maribel, un ser humano sencillo y cálido que me enseña cada día a ser mejor en lo mío y a hacer mejor el arte del pan. Gracias. Mil gracias, Maribel. Manos maravillosas.

El amor entra por la boca...

Sí. El amor, como un sentimiento universal, de múltiples facetas y variedades, se alza glorioso cuando le empuja el gusto por un buen pedazo de...¿pan? sí, pan. Pan de cada día, pan del día y la noche, pan que te quiero pan, pan del vino y del refresco, de la mesa del pobre y del pudiente, pan de la loncherita del chiquito que se alimenta de letras y juegos, pan para crecer y envejecer. Tan primitivo como delicioso, múltiplícase su bondad y apetencia cuando el horno de casita inunda, como las varillitas esotéricas, cada rincón del corazón que ocupa el hogar hacendoso.
Rodeado de secretos, de truquitos, de uno que otro ingrediente y/o procedimiento que hace rascar la cabeza del iniciado o del que ya ha ido más allá, no se compara el éxtasis que siente el incansable amasador cuando ve a su bebé gordito de harina y burbujas convertirse en el objeto de miles de apologías culinarias, bien merecidas por los siglos de siglos.
Ahhh, mi querido pan, nunca te aprendí a querer tanto como ahora, que me creces sin mezquindad y eres tan noble como el novio que da sin esperar nada a cambio. Honremos, con una página más, la belleza del arte que nunca dejó de ser una suerte de summa cum laude para el ama de casa, amorosa y complaciente, en cuyas manos suele esconder el placer y la sonrisa en la mesa de quienes ama.